La Virgen María



María, la madre de nuestro Señor, era también descendiente, o hija, de un rey. Cristo nació de ella y sólo de ella. El apóstol Pablo afirma que Cristo era de "la simiente de David según la carne". Y aunque las genealogías de Mateo y Lucas terminan con el nombre de José, fue sólo a través de María que Cristo pudo ser hijo de David según la carne.

El hecho de que María fuera la prima de Elisabet no impide que creamos que era de estirpe regia. Es verdad que Elisabet era descendiente de Leví, y que generalmente los hijos de los sacerdotes se casaban con miembros de la misma tribu. Pero, esto no era una regla rígida.

María era, pues, la hija de un rey. Por ello su humildad se destaca aún más. No hay que pensar que pertenecer a una clase humilde sea algo vergonzoso. Aunque hija de rey estaba casada con un carpintero. No es imposible que una persona de una alta posición social descienda súbitamente a un plano social o económico más humilde. Entonces las privaciones materiales no suelen ser llevadas con gracia. Son un motivo de queja permanente. Sin embargo pueden ser una bendición para algunos. En general estas personas tienden a desarrollar mejor su alma y ser más cultas y refinadas.

Hay un punto en la vida de María en que discrepamos de los catolicorromanos. Desde 1879 confiesan que la concepción de María, o sea, su propio nacimiento fue también milagroso: sin pecado, que no estaba afectada por el pecado original. Se suele añadir a esto que además nunca pecó. De ser esto así María estaría aparte del resto de la raza humana. Tales son las implicaciones de la doctrina de la Inmaculada Concepción.

Si preguntamos la base de esta creencia, se nos refiere a Lucas 1:28: "Bendita eres tú entre las mujeres." (Que por cierto no se halla en los manuscritos más antiguos.) Esto se expresa en griego con la palabra " kecharitomene". Orígenes interpretó esto como que significaba una gracia especial concedida a María, incluso antes de su nacimiento. Si aceptamos esto podemos decir lo mismo de Juan, porque él recibió el Espíritu Santo antes del nacimiento. Y nadie dice que Juan el Bautista nació inmaculado y puro. La Iglesia Católica cita a otros padres de la Iglesia como evidencia adicional. Pero, todas estas afirmaciones carecen de valor si no descansan sobre la Palabra de Dios. Y todavía podemos preguntar: si fue posible que María naciera inmaculada de padres pecadores, ¿por qué no tenía que ser también posible que naciera así Cristo?

Sin embargo, hay un argumento mucho más poderoso en contra de esta doctrina de la Inmaculada Concepción. Si fuera cierta, haría innecesaria y superflua la obra de la salvación. Si María pudo nacer inmaculada y permanecer sin pecado, lo mismo podía la gracia haber efectuado esto para el resto de los hombres, después de la caída. Con ello, el pecado al instante habría quedado anulado, y la venida del Mediador habría sido innecesaria.

Por tanto, para nosotros la humildad y pequeñez de María tiene un doble significado. Ocupa un estado humilde, para ilustrar cómo una princesa de la casa de David había descendido de su alta posición. Nos ilustra, además, cómo toda la raza había caído de su alta posición en el Paraíso, a los planos bajos del pecado y la culpa.

En su canto de alabanza, María dice que el Señor ha hecho grandes cosas por ella, y dice que su nombre es Santo. Su alabanza no era en modo alguno exagerada. No cabe mayor honor sobre un ser humano que el que le correspondió a María. Era verdaderamente la más bendita de todas las mujeres. De todas las hijas de los hombres, ella fue escogida para que el Altísimo la favoreciera con su gracia y la cubriera con su sombra. A lo largo de los siglos se le ha concedido el nombre de Madre de Dios, y no hay objeción a usarlo, con tal que se interprete este nombre debidamente.
Las Escrituras cantan honores a María y no se andan remisos en ello. El ángel la saludó como muy favorecida. Elisabet la llamó "bendita entre las mujeres", "Bienaventurada porque había creído" (v. 45). María misma, se daba cuenta de sus bendiciones cuando dice: " Me tendrán por dichosa todas las generaciones." No tenemos que ir al otro extremo, cuando reaccionamos contra el énfasis excesivo a su gloria que le conceden las Iglesias Católica, Romana y Griega.

María fue elegida por Dios en un sentido único. Su privilegio fue mayor que el que se ha concedido a mortal alguno. Ello es más destacado por su estado humilde, a pesar de sus ilustres antecesores. Pero no hemos de quitarle la gloria que le pertenece porque otros le conceden honores indebidos.

El favor único que se le concedió fue el de ser la Madre de nuestro Señor, que el Hijo de Dios tomara forma humana de su carne y su sangre. María bebió de los santos ojos del niño el amor que los demás tardaron muchos años en conocer. Este honor no lo ganó; le fue concedido por Dios en su soberanía absoluta. Eligió a María. Salvó su vida y le envió el ángel para entregarle el mensaje. La abundancia de gracia que le fue concedida es motivo para que nosotros loemos, no el nombre de María, sino del Señor Dios que se la concedió. La misma esencia de la gracia nos impide que loemos a la criatura. Si hubiera virtud en el hombre para merecerla dejaría de ser gracia.

Tenemos que considerarla como muy favorecida y bienaventurada entre todas las mujeres. Estamos agradecidos de que le fuera concedida esta gracia, y por la gracia que a través de ella nos llega a cada uno. Con todo, no deja de ser "la sierva del Señor" que acepta gozosa hacer su voluntad. Al pensar en ella hemos de proclamar: "¡Gloria a Dios en las alturas!".

Queda por mencionar si María ascendió al cielo sin morir, como se nos dice de Elías. La Iglesia Católica lo defiende, pero no ha encontrado esto en la Biblia. Lo dice basándose en tradiciones. Nadie sabe cuando murió María y dónde fue enterrada. La serie de ideas que han llevado a la de la Asunción de María es: si hubiera sido enterrada dada su importancia se sabría dónde. Además, es difícil admitir que el cuerpo de María, que había dado forma humana al Hijo de Dios, se desintegrara en la tumba. Algunos dijeron que murió y luego, resucitando, ascendió al cielo. En el occidente se habla de la "Ascensión de María". En Oriente se habla de que "durmió" y se celebra de su "Dormición". Esta idea pasó a Occidente. Luego fue reemplazada allí por la idea de la "Asunción’, que significa que María ascendió al cielo sin morir.


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